Hace unos días...


Soshi Mishi

Sab Dic 30, 2006 9:43 pm

Ippôyakku no Toshi, 18:00 horas...

El mendigo se sentó con aspecto desmañado en el porche de la antigua vivienda. Sacó su botella de licor barato mientras bebía el barato brebaje con avidez. Sus ojos vidriosos acudieron a aquella puerta, de la que había visto entrar y salir gente a horas muy intempestivas. ¿Se lo había comentado a alguien...? Sí, a aquella camarera tan guapa, que había escuchado sus historias y le había regalado una cena de teriyaki. Al menos había gente que reconocía a los ashigaru que habían sido heridos de consideración luchando por el clan Fénix. En los otros clanes no se miraba tanto por sus campesinos.

Se rascó su poblada barba, sintiendo que la pérdida de aquella mano con veinte años no era su verdadero lastre. No, tenía que ver con su hermano, que se había casado con su prometida al repudiarle ésta por estar manco. Se quedó sin esposa y sin tierras que labrar. Todo por defender las tierras que ni siquiera eran suyas. Pero prestó atención a un grupo de cuatro personas que se detenían junto a la puerta: una de ellas susurró unas palabras y la pesada hoja de madera de la entrada se fue curvando, hasta convertirse en un amasijo que no obstaculizó a los hombres.

El vagabundo quiso salir corriendo, pero sus piernas no le sostenían. No tenía que estar viendo aquello, quería ser ciego, sordo y mudo. O estar incluso tirado en un callejón del poblado eta que contemplar a unos samurai - porque se movían como tales, como soldados de un ejército - entrando con esos medios al edificio sospechoso. Y más aún cuando se comenzaron a oír ruidos de pelea... pero en un lugar tan apartado y abandonado que sólo él podía oírlo.

Los cuatro hombres emergieron, sin heridas aparentes: sólo la capa de uno mostraba signos de lucha, y revelaba que portaba una armadura de color verde. El hombre que había musitado las palabras sagradas extrajo una esfera de cerámica del tamaño de un puño, la lanzó al interior y todos ellos se alejaron con rapidez. Tras un minuto, fue como si Osano Wo rugiera en la zona y la casa, tras tambalearse levemente, se vino abajo... un derrumbe normal de un edificio antiguo. Sólo que él había sentido la tierra moverse debajo de él...
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"Que Benten os guíe en todas vuestras acciones"


Soshi Mishi

Sab Dic 30, 2006 10:25 pm

Ippôyakku no Toshi, 18:00 horas...

La joven doncella entró con decisión a la casa: en la planta baja había ya algunos clientes habituales, aunque ella no se detuvo apenas, cruzando la sala con una enorme sonrisa. Un ronin la acarició de modo obsceno, contestando la chica con una risotada descarada mientras le apartaba la mano y seguía por su camino.

Al llegar a la zona de las escaleras su expresión se transformó de manera radical: la faz alegre y despreocupada adoptó una expresión de suma concentración y urgencia. Antes de llegar a las habitaciones superiores extrajo algo de su obi, ajustándoselo a la cara. Acto seguido destapó un pequeño vial y lo dejó junto al descansillo. En pocos segundos se escuchó el desplomarse de dos cuerpos. La joven tapó el vial, lo guardó, y entró en el despacho tras evitar a los guardias desmayados.

No tardó en descartar la mayor parte de los papeles y documentos visibles y se centró en la búsqueda de algúna especie de compartimento secreto. Lo encontró bajo unas carpas del tatami, que la obligaron a levantar las tablas del techo. Al intentar abrir un gas empezó a salir, pero no surtió efecto. La joven extrajo otro vial, éste de cerámica, y dejó que unas gotas cayesen en partes de la especie de caja fuerte, que comenzó a humear y sisear, permitiendo que de un tirón saliese. Apartó dinero y papeles hasta hacerse con lo que buscaba. Lo guardó en su obi y se marchó, sin ningún problema...
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